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domingo, abril 30, 2017

Un día en Transnistria, un agujero negro en Europa Oriental

Según el Blog de Banderas se dice: Damas y caballeros, en contra de todos los pronósticos ¡revivió el Blog de Banderas! Yo sé que he tenido al niño muy abandonado últimamente pero la vida no me deja existir. Tengo un par de proyectos personales que me ocupan gran parte del tiempo y decidí dedicarme a ellos 100% para ver si los puedo terminar rápido. 

Lamentablemente eso significó sacrificar TEMPORALMENTE al Blog de Banderas... Y ojo, digo temporalmente porque el Blog no ha muerto y tan pronto termine mis cosas, lo retomaré como es debido. No me regañen, no se vayan a ir y ténganme paciencia que todo volverá a la normalidad pronto. Prometido.

Pero bueno, en un intento por revivir el Blog mientras yo lo retomo, tuve una conversación con Javier (alias Sherlock) quien ya ha escrito para nosotros varias veces y le propuse que se hiciera cargo por unos meses. A él le gustó la idea y me prometió que nos iría enviando entradas sobre sus últimos viajes para el Blog. 

Dentro de los destinos que aparecerán por acá (porque él lo prometió) están Colombia, Ecuador, Luxemburgo, Irlanda, República Checa y Hungría. Será bastante interesante ver la opinión de un extranjero sobre mi país... ya veremos con qué sale (porque con él uno nunca sabe).

Entonces la cosa funcionó así. A Javier lo conocí hace un par de años en Lérida, España e hicimos un viaje juntos con unas amigas a Andorra – y pueden leer esa historia en esta entrada – y, después de varios años de amistad, decidimos que era hora de hacer un viaje juntos. ¿A dónde? ¡Pues a Transnistria! ¿A dónde más? Todo estaba organizado. Éramos 4… 3 colombianos y un español – Javier -, recorreríamos Rumania, Bulgaria, Moldavia y después entraríamos en esa tierra de nadie llamada Transnistria. ¿Qué podía salir mal? Nada, ¿cierto?

¡Pues no! Nosotros queríamos ir a Moldavia pero el gobierno de Moldavia claramente NO quería que nosotros fuéramos. Resulta que para sacar la visa de Moldavia – que se puede hacer por internet – se debe cumplir uno de 2 prerrequisitos: 1. Tener una visa Schengen vigente ó 2. Tener una carta de invitación expedida por la Oficina de Migración y Asilo de la República de Moldavia. ¡Y aquí viene el problema! Resulta que a los colombianos ya no nos piden visa Schengen desde diciembre del año pasado. Por más de que preguntamos en cuanta embajada europea existía, no podíamos solicitar una visa de turismo porque ya no la necesitamos… La primera opción estaba descartada. 


Pasamos a la segunda opción: la carta de invitación *Insertar un suspiro de frustración extrema aquí*. Duramos 4 meses tratando de conseguir la puta carta de invitación sin éxito. Ninguna agencia de viajes en Moldavia contestó, ningún guía turístico contestó… nadie. Incluso, luego de contactar a los miembros de una organización de la que hace parte mi tía, nos dijeron: Mire, deje así que primero se derriten el Ártico y la Antártida antes de que la oficina de migración le expida esa invitación. Y es que para conseguir la carta, es necesario que un ciudadano moldavo la solicite y entre los requisitos piden hasta un certificado de buena salud. Mejor dicho, ¡fue imposible! 

Conclusión: es fantástico que ya Europa no nos pida visa pero en este caso, para ir a Moldavia, fue lo peor que nos pudo pasar. Así las cosas, el buen Javier – siendo español y no necesitando visa -, tuvo que ir a Transnistria solo en calidad de corresponsal del Blog de Banderas mientras mis amigas y yo nos fuimos a recorrer el resto de Rumania, Hungría y Serbia. Grandes frustraciones señores, grandes frustraciones.

Meses después... Y muchos, demasiados chats de whatsapp rogándole para que escribiera la entrada sobre Transnistria, Javier se dignó a escribir algo. Y digo "algo" porque a diferencia de las otras muchas entradas con las que nos ha deleitado, a la de Transnistria le faltaba sabor... le faltaba alma. Es más, esta mañana después de leerla, tuvimos la siguiente conversación por whatsapp:



Y con eso, no había más que hacer. Había que hablar de Transnistria pero resulta que Transnistria no producía nada... Y claro, la entrada tampoco podría producir mucho más que eso. Como aquí no discriminamos, decidí publicarla para que nos deleitemos así sea con las fotos del lugar. Entonces, sin más preámbulos (porque la introducción estuvo bastante larga), vamos con Javier y su viaje al último agujero negro soviético en Europa Oriental: Transnistria. Disfruten.


Un día en Transnistria, un agujero negro en Europa Oriental

Muchos de nuestros lectores habrán oído o leído sobre Transnistria. Es un lugar donde parece complicado llegar y sobre el que se cuentan muchas leyendas, algunas de las cuales son terroríficamente ciertas. Por supuesto, yo había oído hablar de Transnistria a través de documentales, de libros, de internet… y tras planear un viaje a Macedonia, Bulgaria y Rumanía, la idea era comer el plato fuerte una vez traspasada la frontera con Moldavia para llegar al último reducto soviético de Europa. 

Lo hice. Llegué, vi… y me decepcionó. Sinceramente, no sé qué es lo que esperaba ver allí, pues siempre que me embarco en un nuevo viaje procuro ir con la mente en blanco y sin ideas preconcebidas. Pero haber leído tanto sobre este avispero me tenía ciertamente con unas expectativas enormes de segregar adrenalina a cada paso. Lamento (o quizá no lo lamento, pues habría sido peor) decir que no hubo adrenalina.

La crónica de mi viaje a Transnistria será considerada por algunos como anodina o poco original. Para mí, Transnistria supuso un “llegué, vi y me fui” que no pude evitar debido a las circunstancias del viaje, del pseudo país y del carácter de su gente.

Quien haya seguido mis viajes conocerá mi inclinación, casi necesidad, de interactuar con los habitantes de una región: cómo piensan, qué sienten, cómo ven al resto del mundo, qué hace especial su país… pero en este caso, cualquier interacción con los transnistrios fue imposible y mi estancia allí fue más bien una visita a un museo del que daré buena cuenta en este relato. No obstante, prometo volver.

Por si alguien no sabe de lo que estoy hablando, pondremos en contexto a esta región. Moldavia fue una antigua república socialista soviética y por tanto parte de la Unión Soviética, ese gigante comunista dentro del que, ejem, no había disidencias ni voces discordantes. Transnistria había formado parte de la República Socialista Soviética de Ucrania, pero, después del pacto entre Mólotov y Ribentropp, los ministros de asuntos exteriores de la URSS y la Alemania nazi en 1940, la situación cambió. Besarabia, que era a grandes rasgos lo que hoy es Moldavia, fue ocupada por los soviéticos y anexionada a la URSS bajo el nombre de la RSS de Moldavia, incluyendo en ella a Transnistria, que, por tanto, quedó desgajada de Ucrania, con quien tenía más lazos culturales y de idioma.

Así transcurrieron unos 40-50 años, con algún que otro conflicto en forma de deportaciones, limpiezas étnicas y demás florituras soviéticas, hasta que la URSS se disolvió, y las tensiones, latentes durante décadas, afloraron en forma de guerra civil. A grandes rasgos, la parte rumano-parlante de Moldavia votó para unirse a Rumanía, lo que fue contestado por un intento de secesión por parte de Transnistria, de apabullante mayoría ruso-parlante. Esto degeneró en una guerra en la que participaron los rusos, que, desde el alto el fuego, mantienen una sección de su ejército en Transnistria. Y allí siguen.

Transnistria es, desde entonces, un reducto soviético en medio de ningún sitio; un rincón de culto leninista independiente de facto de Moldavia donde no impera la ley del país del que supuestamente depende. Moneda, fronteras, policía, educación… todo está controlado por los propios transnistrios con apoyo militar, logístico y económico de Rusia. Un agujero negro en el que, según dicen, la principal industria es la armamentística. Donde al entrar pierdes cualquier derecho a protección diplomática en caso de problemas. Donde un conflicto armado puede comenzar en cualquier momento. En fin, donde yo fui en abril de 2016.

Si quieres ver todo el post, pincha aquí.


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